Vivimos un momento histórico para las familias, en el que es importante reaccionar de manera constructiva y positiva; y aprovechar todo a nuestro alcance para educar, también los dispositivos y la tecnología.
El uso de mascarillas y la distancia social dejará, aunque muchos no lo adviertan aún, una huella que debemos prever. Se habla mucho de medidas para preservar la salud social e individual; y me parece que se ha olvidado que la salud hoy incluye la salud emocional, sin la que de nada serviría la salud física.
Por ello necesitamos ajustar antes de que sea tarde en nuestros hijos e hijas lo que van a necesitar con toda seguridad: 5 antídotos al virus y sus secuelas en toda la presente generación. Antídotos al alcance de todo educador, padre y madre:
- Aprender a gestionar emociones. Sobre todo las emociones del miedo a enfermar, al coronavirus, a perder seres queridos; la tristeza; el aislamiento y la soledad. Enseñarles a soportar no controlar toda situación, aceptar que somos vulnerables. Al mismo tiempo enseñarles que nadie está totalmente aislado y que somos todos importantes.
- Aprender a comunicarse verbalmente. Las mascarillas ocultan la mayoría de los 43 músculos de la cara que nos transmitían el 80% de la comunicación que recibía un humano de otro. Con mascarillas, los niños son menos expresivos, conectan menos, se sienten más incomprendidos y se aíslan más. Debemos aprovechar esta situación para enseñar a nuestros hijos a expresar con palabras lo que sienten, piensan, quieren, necesitan…
- Aprender a no estresarse. Especialmente ahora es necesario no querer hacer dos cosas a la vez, ni cargar el tiempo de actividades, sino disfrutar de lo extraordinario que tiene lo ordinario. Los juegos de mesa (como el Rummikub, Catán, Virus, Cluedo, Uno, Parchís, Bang…) son una gran opción para pasar tiempos divertidos en familia.
- Explicar la situación. Contarles por qué y para qué ha de hacer lo que debe hacer; pero sobre todo, mostrarles cómo aprovechar que lo sucede sirva para ser mejor y más felices haciendo más felices a quien más queremos. Enseñarles que no controlamos lo que sucede, pero sí cómo actuamos cuando sucede.
- Dar esperanza y alegría. Utilizar un lenguaje optimista y sonreír ante ellos. La vida es un regalo que merece aprovecharse, aprendiendo a vivir bien. No podemos hacer un problema o preocupación de todo cuanto sucede.
La tecnología: 9 puntos clave para educar en el contexto actual
Pero centrémonos ahora en el aprovechamiento educativo de las tecnologías, porque recordemos que para nuestros hijos la tecnología es parte de su vida. Me recuerda este triángulo (Juventud-Talento-Tecnología) al Triángulo de las Bermudas de los años 80 y 90, en los que barcos y aeronaves desaparecían misteriosamente.
Se descubrió con el tiempo que en ese triángulo de un millón km2 (entre Miami, Bermudas y Puerto Rico) lo que sucedían eran inesperadas tormentas con olas de 30 metros y huracanes imprevisibles para los recursos con los que contaban los navegantes. Esto les impedía actuar a tiempo y desaparecían muchos sin conocer su causa.
Como en el Triángulo de las Bermudas, lo importante es dotar a los capitanes de las aeronaves (nuestros hijos) de GPS mejores para prever tormentas repentinas y huracanes de cualquier tipo, para que cruzar por ese millón de km2 sea beneficioso. Estos recursos necesarios son:
- Educar en habilidades sociales y familiares. Facilitar ver a la familia como el mejor refugio: donde se cuente lo que se cuente nunca se queda mal, donde se sube la autoestima, con momentos y celebraciones agradables.
- Compensar la falta de concentración tecnológica. Mediante juegos de atención o juegos de palabras.
- Enseñar a tolerar la contradicción y la espera. No pueden controlar todo por mucha inteligencia, intención o empeño que pongan. Por ello es necesario enseñarles a obtener lo que piden, después de un tiempo de espera.
- Enseñarles comunicación personal. El Whatsapp no sirve para decir lo que se quiere a alguien, ni para transmitir mensajes que tengan dificultar de interpretación. Enseñarle a escuchar y a interpretar al otro presencialmente. Ampliar su vocabulario emocional para distinguir las emociones y sentimientos que siente.
- Enseñarles que lo muy extendido ya no es importante. Que un contenido viral, aunque haya llegado a mucha gente, puede ser algo frívolo o sin importancia.
- Mostrarles que su fuerte es asociar ideas distintas y mejorar la realidad. Una las grandes capacidades del ser humano es salir de los callejones sin salida, rectificar, reconstruir nuevos edificios espectaculares con los elementos desechados.
- Proponer modelos imitables. En series, películas, lecturas o ejemplos históricos y familiares (abuelos, por ejemplo) de heroicidades ordinarias. Sin olvidar escucharles más del 75% de la conversación.
- Enseñar a gestionar sus emociones, también con nuestras reacciones. A controlar una contrariedad o enfado, a no insultar a quien estorba o interrumpe, a dejar de jugar a un videojuego sin ira… (en esto lo digital ayuda a descubrir lagunas educativas que es preciso abordar).
- Fomentar la fuerza de voluntad. La industria Disney ha enseñado a nuestros hijos que ‘Lo que sueñe lo conseguirá’. Pero las cosas no ocurren deseándolas, sino dando los pasos que nos llevan hasta ellas, con esfuerzo y tiempo. Aprendiendo también a rodear esto de emociones agradables.
En definitiva, debemos a la tecnología saber qué es urgente educar hoy con más profundidad y eficacia. Aprovecharla depende de nosotros. Convertir la tecnología en un instrumento útil educativo para nuestros hijos. Porque todo lo que viven debe convertirse en educativo. La tecnología es parte del mundo donde ineludiblemente nuestro hijo e hija ha de aprender a moverse y hacerlo felizmente. Nosotros, como padres y madres, podemos hacer mucho más, especialmente en este inicio de curso tan distinto e histórico: el mejor curso que tenemos por delante.